En la extraña ruleta de lo artístico, Diego Linares apuesta a Negro Barroco. Pescador y buscador bizarro del trópico cultiva extrañas perlas negras en el mar de lo imaginario. En el año 2004, Linares celebra la nueva inestabilidad, como buen latinoamericano cree en la misión del curioso de hoy, él y el espectador del barroco, detectan el reflejo de una cosmología para la cual el origen es casi una certeza, pero las formas que lo sucedieron son un hiato inconcebible, casi una aberración.
Descubrir las obras que conducen, aunque sea del modo más implícito, significa descubrir las huellas de ese salto, de esa aparente discontinuidad.
No podemos ignorar, que una de las constantes del saber actual es que los datos del origen pueden producir lo que va a seguirlos sin que esta producción sea previsible: la reunión fortuita de toda una serie de minúsculas variantes fue necesaria para que un resultado se produjera: el origen que conocemos ha estado siempre a punto de no producirse, siempre a punto de oscilar. Este pensamiento de la dificultad del origen coincide plenamente con el tema de la identificación en Latinoamérica. Linares sigue apostando Negro Barroco Latinoamericano.
¿Dónde, en qué cuadros, en qué páginas, en qué obscuro trabajo de símbolos, y cómo se reflejan las diversas maquetas del origen?, ¿Dónde, en qué cámaras de eco se escucha el rumor apagado del estallido inaugural?, ¿Qué sombras proyecta y en qué soporte el rayo de luz negra cuya intensidad es idéntica en todos los puntos del Universo? ¿Dónde y cómo se dejan ver esas formas………génesis escapan en el espacio observable a todas deducción, una “anomalía” es un constante desafío del saber? Evitaremos las analogías idiotas según las cuales la acumulación, el despilfarro o la complejidad, el juego de curvas o el centro ausentes bastarían para definir un lenguaje como Barroco. Negra que te quiero negra. Songoro Consongo, es un ejemplo de las obras con sus bocas y sus miembros eréctiles y su gestualidad atlética del corazón. Figura de la proliferación negra, incontenible, supernumeraria, diseminada en la superficie, agujero negro del deseo. Y al mismo tiempo, pueden ser pensadas como las puestas en abismo del gasto………de la carne, estructuras simbólicas cuya fuente o genealogía se encuentran, explícitas en la propia obra del pintor, como algo visible en la superficie significante, eludiendo cualquier otra significación del eco y su cosmología.
Sin embargo, las marcas del primer Barroco, la elipse siempre está flotando en la constitución de la imagen. En efecto, la elipse aparece en sus dos versiones, topología y retórica, conservando el trade mark maestro y el eco del primer barroco Bernini, Bortomini y el fantasma de Góngora bastarían en su analogía para ilustrar esta aseveración.
Como vemos, la materia dibujística y pictórica en expansión accidentada e irregular cuyo principio se ha perdido y cuya ley es informulable. Entonces, no solo una representación de expansión en las figuras, sino un Neo Barroco es estallido en el que los signos giran y se escapan hacia los límites del soporte, sin que ninguna fórmula permita trazar sus líneas o seguir los mecanismos de su producción.
¿Qué sugiere Linares: Él dice que no le importa la duración de su producción pictórica simplemente agrega que los límites de su pensamiento, se producen a imagen y semejanza de un universo que estalla hasta quedar extenuado, siendo sus límites las cenizas, Y que quizás vuelve a cerrarse sobre si mismo, para preservar las perlas negras de otro cuerpo tan femenino como feroz.
Descubrir las obras que conducen, aunque sea del modo más implícito, significa descubrir las huellas de ese salto, de esa aparente discontinuidad.
No podemos ignorar, que una de las constantes del saber actual es que los datos del origen pueden producir lo que va a seguirlos sin que esta producción sea previsible: la reunión fortuita de toda una serie de minúsculas variantes fue necesaria para que un resultado se produjera: el origen que conocemos ha estado siempre a punto de no producirse, siempre a punto de oscilar. Este pensamiento de la dificultad del origen coincide plenamente con el tema de la identificación en Latinoamérica. Linares sigue apostando Negro Barroco Latinoamericano.
¿Dónde, en qué cuadros, en qué páginas, en qué obscuro trabajo de símbolos, y cómo se reflejan las diversas maquetas del origen?, ¿Dónde, en qué cámaras de eco se escucha el rumor apagado del estallido inaugural?, ¿Qué sombras proyecta y en qué soporte el rayo de luz negra cuya intensidad es idéntica en todos los puntos del Universo? ¿Dónde y cómo se dejan ver esas formas………génesis escapan en el espacio observable a todas deducción, una “anomalía” es un constante desafío del saber? Evitaremos las analogías idiotas según las cuales la acumulación, el despilfarro o la complejidad, el juego de curvas o el centro ausentes bastarían para definir un lenguaje como Barroco. Negra que te quiero negra. Songoro Consongo, es un ejemplo de las obras con sus bocas y sus miembros eréctiles y su gestualidad atlética del corazón. Figura de la proliferación negra, incontenible, supernumeraria, diseminada en la superficie, agujero negro del deseo. Y al mismo tiempo, pueden ser pensadas como las puestas en abismo del gasto………de la carne, estructuras simbólicas cuya fuente o genealogía se encuentran, explícitas en la propia obra del pintor, como algo visible en la superficie significante, eludiendo cualquier otra significación del eco y su cosmología.
Sin embargo, las marcas del primer Barroco, la elipse siempre está flotando en la constitución de la imagen. En efecto, la elipse aparece en sus dos versiones, topología y retórica, conservando el trade mark maestro y el eco del primer barroco Bernini, Bortomini y el fantasma de Góngora bastarían en su analogía para ilustrar esta aseveración.
Como vemos, la materia dibujística y pictórica en expansión accidentada e irregular cuyo principio se ha perdido y cuya ley es informulable. Entonces, no solo una representación de expansión en las figuras, sino un Neo Barroco es estallido en el que los signos giran y se escapan hacia los límites del soporte, sin que ninguna fórmula permita trazar sus líneas o seguir los mecanismos de su producción.
¿Qué sugiere Linares: Él dice que no le importa la duración de su producción pictórica simplemente agrega que los límites de su pensamiento, se producen a imagen y semejanza de un universo que estalla hasta quedar extenuado, siendo sus límites las cenizas, Y que quizás vuelve a cerrarse sobre si mismo, para preservar las perlas negras de otro cuerpo tan femenino como feroz.
Carlos Espartaco
Critico Curador Argentino